■ “Hay mucho descontento en el país; mucha gente encabronada, hastiada, desesperada…”: Rius
“¡Basta de sangre!”, es el nombre de la campaña nacional contra la violencia que este lunes fue iniciada por el escritor y caricaturista Eduardo del Río, más conocido como Rius, y otros de sus colegas, también conocidos como moneros.
La iniciativa busca una masiva movilización ciudadana en demanda de un alto a la violencia que padece el país. Para ello, los promotores invitan a la población a reproducir la consigna y pegarla en parabrisas de automóviles, repartirla entre amigos y vecinos, exhibirla en puertas y ventanas y propagarla en redes sociales como Facebook y Twitter.
“Hay mucho descontento en el país; mucha gente encabronada, hastiada, desesperada, que se siente impotente ante la situación que estamos viendo. Por eso se nos ocurrió que podríamos hacer algo para que esa gente pueda manifestar pacíficamente su descontento y frustración”, comentó Rius a la revista Proceso.
En tanto que otros de sus colegas -@monerohernandez y @Monosdepatricio-, vía Twitter, señalaron que “tenemos que hacerle saber a los de la estúpida guerra que estamos hasta la madre de ellos, que también los muertos tienen familia”.
En consonancia con la iniciativa de lo moneros mexicanos, el periódico La Jornada publicó este lunes un editorial intitulado “Alto a la violencia”, en el que afirma que “la actual administración ya no está en condiciones, en los dos años que le restan, de conseguir algo semejante a logros reales en materia de imposición del estado de derecho, como no sean acciones puramente mediáticas. Puede, en cambio, si se empecina en su fallida estrategia antidelictiva, empeorar la situación de peligro, terror y zozobra en la que viven grandes núcleos de población, comprometer la soberanía nacional más de lo que ya lo ha hecho y propiciar el avance de la desintegración institucional que ya se vive”.
Añade que “la defensa de la legalidad carece de sentido si no se empieza por garantizar el respeto a la más básica de las garantías consagradas en la Constitución: el derecho a la vida. Lo procedente, en consecuencia, no es priorizar el desmantelamiento de los grupos delictivos, sino la pacificación del país”.
En su párrafo final asienta que “por definición, a la criminalidad organizada no se le puede pedir que actúe con responsabilidad, apego a derecho o sentido de Estado. Por su propia supervivencia, la sociedad tiene ante sí el deber de dirigirse a las autoridades para que éstas rectifiquen y empiecen a adoptar acciones concretas para poner un alto al baño de sangre en curso”.