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Julián Leyzaola pactó en Tijuana con el Cártel de los Arellano Félix

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Periódico Baja California/Redacción
Revelan documentos diplomaticos a traves de Wikileaks
Ciudad de México.
Desaprobada por los diplomáticos de Estados Unidos por su incapacidad de depurar y organizar a su policía local, la presidencia municipal de Ciudad Juárez asignó el 10 de marzo a un militar retirado con fama de duro y superpolicía, Julián Leyzaola, como secretario de Seguridad Pública de la localidad más violenta del país. El nombramiento fue, según reconoció recientemente el alcalde Héctor Munguía, recomendación del presidente Felipe Calderón y del gobernador César Duarte.

Sin embargo, para las autoridades estadunidenses la fama de eficiente y pacificador de Tijuana que precede a Leyzaola, quien antes ocupó el mismo cargo en la ciudad fronteriza bajacaliforniana es, cuando menos, dudosa. Dice un cable emitido por el consulado general de la ciudad bajacaliforniana con fecha del 14 de julio de 2009 (confidencial, 09TIJUANA732):

Es fácil caer en la tentación de ver a Julián Leyzaola como el bueno de la película, el que combate el poder corruptor del narcotráfico. En efecto parece tener toda la intención de modernizar a la policía de Tijuana y nadie ha insinuado que él sea corrupto. Desafortunadamente la historia es más turbia.

De acuerdo con los contactos del consulado de Estados Unidos, Leyzaola persiguió con tanto entusiasmo al narcotraficante Teodoro García Simental, El Teo, sólo porque llegó a un arreglo con los rivales del capo dentro del cártel de los Arellano Félix. Al parecer, el jefe policiaco pensaba en ese entonces que era mejor pacificar la ciudad derrotando al grupo de El Teo, favoreciendo a sus contrincantes, que él consideraba podrían hacer sus negocios de manera más discreta.

Leyzaola Pérez es teniente coronel del Ejército y sustituye en el cargo al también militar Laurencio Rodríguez, quien a su vez fue designado subdirector del penal municipal de Juárez. Ahora es precisamente un militar quien lleva las riendas de la lucha antinarcóticos en Juárez, después de la intensa campaña que desplegó el gobierno de Washington, desde varios frentes, para hacer a un lado al Ejército y poner en su lugar a la Policía Federal en una ciudad que debía ser, según los planes, el emblema de que los poderosos cárteles mexicanos sí pueden ser derrotados.

En efecto, Leyzaola tiene fama de haber desarticulado a una de las organizaciones más sanguinarias de la ciudad. Pero también tiene entre sus antecedentes numerosas denuncias de tortura, abuso de poder y brutalidad policiaca.

La Procuraduría de los Derechos Humanos de Baja California y la Comisión Nacional de los Derechos Humanos emitieron recomendaciones contra Leyzaola por el delito de tortura, y Amnistía Internacional, Human Right Watch, el Observatorio para la Protección de los Derechos Humanos y la Oficina de Washington para América Latina han elevado sus denuncias ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

En el despacho citado, el consulado en Tijuana califica como raro que los cárteles hayan atacado de manera consistente el liderazgo de Leyzaola en la policía, ya que la mayor parte de los arrestos y capturas de cargamentos de droga de los Arellano Félix fueron autoría del Ejército, no de la policía municipal. En algunos episodios en abril y julio de ese año, varios agentes locales fueron asesinados.

La organización de los Arellano amenazó con matar cada día cinco agentes en tanto Leyzaola permaneciera en el cargo, y además ofreció un millón de dólares por su cabeza. Lo hacen, especula el cable, quizá porque la policía es un blanco más fácil de atacar que el Ejército.

Los agentes de seguridad regional del consulado reportan por su parte que el jefe de la policía dio de baja a varios de sus subordinados que trabajaban para El Teo, y que de hecho los ocho arrestos de narcotraficantes de este grupo, llevados a cabo por el Ejército, se lograron gracias a la información de Leyzaola.

En un cable posterior (09TIJUANA1116) que ya firma el nuevo cónsul Steven Kashkett, del 30 de octubre, éste pone en duda la versión oficial de que la violencia empieza a retroceder en la ciudad.

En 2008 se habían registrado 604 asesinatos. Los primeros nueve meses de 2009 la cifra bajó hasta 202. Pero de estos homicidios, 40 fueron de policías.

Esa imagen, según Kashkett, puede ser engañosa. Es muy generalizada la opinión de que las estadísticas de criminalidad están bajando más bien porque la gente ha desistido de denunciar.

En conclusión: A pesar de los esfuerzos por erradicar la corrupción en la policía municipal, no se ven avances en una reforma institucional integral. Como ejemplo señala que los militares al frente de la estrategia y la policía estatal informaron al consulado sobre una impresionante cantidad de arrestos y captura de droga y dinero en 2009. Pero “algunas de nuestras fuentes nos hacen notar que las cifras de Baja California son sospechosamente mucho más altas que en otros estados. Más aún, no hay seguimiento de los procedimientos legales posteriores a las capturas. Sin esa pieza del rompecabezas, no queda claro qué tanto se están afectando realmente a las organizaciones del narcotráfico.