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el Zar de los Casinos!


José María Guardia,
¡Me pueden llamar el Zar de los Casinos!

Ciudad Juárez, Chihuahua.-En esta región fronteriza el juego tiene un nombre: José María Guardia; empresario ligado inevitablemente a la historia del hipódromo y galgódromo que administra desde hace 15 años así como al casino que alberga 246 máquinas que denomina de “habilidad y destreza”.

Su biografía nos remite a la vieja clase política mexicana y su historia como empresario a la más encarnizada lucha de poder en la que ha tenido bajas y triunfos en su afán por conservar y ampliar su negocio de juegos y apuestas en la ciudad fronteriza y algunas otras de la República mexicana.

José María Guardia es uno de los tres personajes que acaparan la propiedad de concesiones y permisos para operar centros de apuestas y sorteos en el país, aunque en su caso sólo explote el negocio de las apuestas y las máquinas que se activan con la introducción de billetes de dólar.

Junto con Jorge Hank Rohn, alcalde de Tijuana y el empresario Alejandro Soberón, presidente de la Corporación Interamericana de Entretenimiento (CIE), Guardia se coloca como uno de los beneficiados con permisos y concesiones más importantes e influyentes en el mundo del juego en México.

En la periferia de este sector privilegiado se encuentran concesionarios como Ramón Aguirre Velázquez, ex regente del Distrito Federal, Carlos Rivapalacio y los que se añadieron a la lista después de que el ex secretario de Gobernación, Santiago Creel, otorgó nuevas concesiones y permisos hace algunos meses.

José María Guardia no oculta su historia personal y la historia que derivó en la concesión de su hipódromo y en el amplio casino que hoy ostenta.

“1990 era el último año que le quedaba de concesión a Johnny Alessio en el Hipódromo de Ciudad Juárez desde 1960; también, desde 1963, era concesionario del hipódromo y galgódromo de Agua Caliente en Tijuana.

“En 1990 don Fernando Gutiérrez Barrios me dice: ‘Chema, tu tienes muchos caballos de carreras en el Hipódromo de las Américas, ¿te interesa ser el concesionario de Ciudad Juárez’? Me dijo: ‘me tienes que contestar en 24 horas sí o no’. Le respondí: te contesto en estos momentos, en 12 segundos: por supuesto que sí quiero ser concesionario del hipódromo y del galgódromo de Ciudad Juárez”, recuerda el empresario en una conversación con Fortuna.



El “Zar de los casinos”

La entrevista con José María Guardia se lleva a cabo en las instalaciones del casino en la ciudad fronteriza de Juárez, Chihuahua.

Guardia se desplaza por el amplio salón que conserva el decorado de los años setenta y saluda de mano a quien se le atraviesa en su camino. Hace comentarios jocosos y estalla en agudas carcajadas que agradan a los clientes quienes se ven reverenciados por la atención personal del “señor Guardia”, como le dicen los visitantes, a quienes les ofrece una copa y les hace sentir como en casa.

Antes, esos mismos visitantes, si son clientes nuevos, ya recorrieron el “salón de la fama” de José María Guardia, una enorme vitrina empotrada en una de las paredes del casino. Ahí se encuentran enmarcadas fotografías de Guardia, acompañado de personalidades entre las que destacan el presidente cubano Fidel Castro, el Papa Juan Pablo II y de algunos políticos y personajes de la Iglesia cuya amistad fue pública: Fernando Gutiérrez Barrios y el cardenal Juan Sandoval Iñiguez.

José María Guardia disfruta de la fama que ha creado y dice que a sus 67 años se siente de 50: “Puedo hacer cosas que los hombres de 45 años no pueden hacer –dice sonriendo– sin tomar pastillas; tomo PPG, que es una vitamina que se produce en la hermana República de Cuba.”

“Chema” Guardia lleva 15 años en el mundo del juego y aunque interrumpió las actividades del hipódromo, el galgódromo y el casino por problemas con autoridades federales en 2002 por la operación de sus máquinas tragabilletes –a Guardia no le gusta esta denominación: “son de habilidad y destreza”, dice– retomó hace algunos meses la operación de su negocio, regreso que no ha estado exento de incidentes que lo han obligado a interrumpir sus operaciones.

La historia de José María Guardia es la de un hombre que estuvo en el momento y en el lugar indicado el día en que Fernando Gutiérrez Barrios –secretario de Gobernación en el sexenio de Carlos Salinas y gran amigo de Guardia– repartió las concesiones y permisos para operar casas de juego y apuestas, algo así como lo que ocurrió hace algunos meses con el entonces titular de Gobernación, Santiago Creel, que asignó decenas de permisos para operar centros de apuestas y salas de sorteos.

José María Guardia era íntimo amigo de Fernando Gutiérrez Barrios, a quien conoció por conducto de su padre, José María Guardia Montero, en los años sesenta. “Creo que puedo considerarme entre los tres más grandes amigos que tuvo Gutiérrez Barrios”, dice orgulloso. “A don Fernando me lo presentó mi papá, ¿el motivo?, pues no lo puedo decir”, añade con aire de intriga.

Pero en el transcurso de la entrevista se revelan los indicios del acercamiento con Gutiérrez Barrios. Guardia Montero pertenecía a los servicios de inteligencia norteamericanos y al trasladar su residencia a México se relacionó ampliamente con el joven funcionario perteneciente a la policía política mexicana. El padre de Guardia le heredó la relación con Gutiérrez Barrios, un estrecho vínculo que, con los años, se convirtió en amistad.

José María Guardia llegó a México en 1949 a la edad de 11 años y se hizo amigo de Carlos Slim, su vecino en aquel entonces en la colonia Polanco, y quien le habría enseñado a hablar español.

A los 14 años se interesó por el juego, dice Guardia, y a los 25 ya tenía 31 caballos corriendo en el Hipódromo de las Américas. “Los caballos eran producto de mi trabajo desde los 16 años dedicándome al comercio.”

A la fecha, José María Guardia tiene una inversión de 12 millones de dólares distribuida en el hipódromo, el galgódromo y el casino de ciudad Juárez, además de otros centros de apuestas y juego en la capital de Chihuahua y el estado de México.

El hipódromo y galgódromo de José María Guardia están construidos en un terreno federal de una extensión de 225 hectáreas, cuenta con 900 caballerizas y mantiene en activo a 326 trabajadores. La concesión tiene vigencia hasta 2015.

En el casino de Ciudad Juárez, su principal inversión, Guardia mantiene 246 máquinas que denomina de “habilidad y destreza” y que funcionan mediante la introdución de un billete de dólar. Estas máquinas, según una resolución judicial, sólo pueden ser operadas en México por la empresa de José María Guardia.

En realidad, estas máquinas son la joya de la corona del corporativo Cesta Punta Deportes, que preside Guardia y es la inversión que más ganancias le ha traído al empresario del juego, que asegura que de cada máquina obtiene 50 dólares diarios.

“En el bingo se gana poco”, dice el empresario, que compadece al presidente corporativo de Televisa por haberse involucrado en el negocio de las apuestas. “El señor Emilio Azcárraga Jean no sabe ni lo que está haciendo; puede tener books para tomar apuestas en carreras de galgos y de caballos y también apuestas deportivas de béisbol, pero no pueden tener máquinas de ‘habilidad y destreza’ porque están prohibidas”, dice Guardia.

“Lo que obtuvo Televisa fueron licencias para Bingos, que son poco productivos económicamente. La principal ganancia en esta industria de casinos se obtiene de las máquinas. En la Vegas, en los barcos o en Europa, las tragamonedas son la fuente principal de ganancia en los casinos; nosotros no tenemos tragamonedas, pero también la principal ganancia de nuestra organización son las máquinas de ‘habilidad y destreza’”, asegura el empresario, que da un sorbo a su bebida mientras habla del negocio que mejor conoce.

“Televisa va a incursionar en un negocio que no conoce y cree que es muy fácil; Televisa va a tener que buscar a un concesionario que tenga un hipódromo y un galgódromo para invertir en el negocio”, sugiere Guardia en una frase que parece involucrarlo directamente.

Y es que de acuerdo con un resolutivo de un tribunal colegiado, Guardia es el único empresario que puede operar máquinas “tragabilletes”, ya que el reglamento de la Ley de Juegos y Sorteos prohíbe expresamente la operación de estas máquinas. El reglamento se publicó el 17 de septiembre de 2004 y la resolución de los magistrados a favor de Guardia tiene fecha de 24 de agosto de 2004. “La aplicación de la ley no es retroactiva”, expresa un José María Guardia de rostro triunfal.

“Yo no tengo una autorización de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, tengo un juicio de cuatro años, una resolución, como le dicen los abogados, un resolutivo de seis magistrados que me permiten tener máquinas donde un alcalde me de la autorización.

“Mi empresa Cesta Punta Deportes puede operar estas máquinas desde Mérida hasta Tijuana con el visto bueno únicamente del ciudadano presidente municipal.

“Ahora no puede ninguna empresa instalar máquinas; por ejemplo, ¡si el gran Rabino o el Santo Padre o Jorge Hank o Carlos Slim quieren poner un área de máquinas de ‘habilidad y destreza’ con apuestas, no les pueden dar permiso, está prohibido por la ley!”, grita Guardia.

José María Guardia se muestra sumamente confiado y se comporta como si fuera el único empresario que puede inundar el país con casinos que tendrían como atractivo sus famosas máquinas. “En estos momentos sí me pueden llamar el zar de los casinos”, presume el empresario.

Los dueños del juego



Si alguien conoce a los dueños del negocio del juego y las apuestas es José María Guardia. De Jorge Hank Rhon comenta que controla el 80 por ciento del sector. Dice que dos de los concesionarios históricos, Carlos Riva Palacio hijo y Ramón Aguirre ya le vendieron sus permisos a Hank.

“Cuando murió don Carlos, su hijo se quedó con la concesión, y tengo entendido, aunque no puedo garantizar esto, se la vendió al señor Hank. Los hijos de Ramón Aguirre Velásquez, el famoso ex regente de la ciudad de México, también incursionaron en el negocio de los Books, dos en Guadalajara, uno en León y uno en Irapuato; no les fue bien y, no garantizo mi información, pero creo que también le vendieron estos cuatro Books al señor Hank”, dice Guardia.

De Alejandro Soberón, uno de los empresarios que controlan el negocio del entretenimiento y el juego en México, dice que sólo representa a un grupo de inversionistas. “El señor Soberón es el representante del grupo del Hipódromo de las Américas, no es el dueño, es el director, el gerente general que representa a un grupo de accionistas.”

José María Guardia se ubica entre el reducido grupo de empresarios que controlan el negocio del juego y las apuestas, y aunque aclara que es “en pequeña escala”, pronto superará esa condición. “Los inversionistas y los socios me van a buscar porque el negocio grande y las ganancias grandes vienen de las máquinas de habilidad y destreza. En las Vegas, las tragamonedas, y aquí, las máquinas de habilidad y destreza.”

No obstante los nuevos permisos que ha otorgado la Secretaría de Gobernación –que benefician a la empresa Televisa y al empresario Olegario Vázquez Raña– José María Guardia insiste en que sólo son tres los grupos que controlan el sector.

“No puede haber otra empresa o grupo porque están prohibidos, nada más son tres grupos en operación; cuando entren los señores de Televisa, entonces será el cuarto grupo, porque los otros ‘chiquiteros’ a quienes les dieron quince, cuarenta permisos, van a perder su dinero; todos los que van a abrir Books y Bingos van a perder su dinero”, concluye el empresario con un tono doctoral sobre una industria del juego que comienza a perfilarse como una nueva actividad para los grandes capitales nacionales y extranjeros.