Pleito entre federales saca a flote corrupción
La detención y consignación ante la Procuraduría General de la República (PGR) de uno de sus compañeros, provocó que más de 300 elementos del tercer agrupamiento de la Policía Federal (PF) se sublevaran por más de nueve horas en el interior del hotel La Playa, ubicado en la avenida López Mateos, justo enfrente del antiguo edificio del Consulado Americano, donde se hospedan.
A consecuencia del amotinamiento más de 60 colonias de la ciudad ubicadas en el Sector Chihuahua sufrieron la ausencia del patrullaje, ya que al menos 18 patrullas y el personal correspondiente permanecieron retenidas en el inédito acto de rebelión.
La rebelión de los agentes desencadenó un sinnúmero de denuncias de corrupción en las que se señaló principalmente al comandante Salomón Alarcón Romero, a quien el personal operativo acusó públicamente de tener nexos con la delincuencia organizada, de darles malos tratos, de propiciar y obligarlos a realizar actos de corrupción, abusos de autoridad y otros delitos graves, pese a que apenas tiene un mes en la ciudad.
Hemos tenido enfrentamientos con los malandros que se van, con quién se comunica él, quién sabe, sólo dice ‘quiero que me pongas a los que le pegan a mi gente’, va y los agarra porque él está amañado con la mafia’, él así trabaja”, afirmaron los oficiales.
“Él mismo sabe quiénes son los mañosos y él también lo es. Llega a los cantonazos (casas de seguridad) y todo lo que hay dice ‘presta’, ahí está la muestra de que no entrega lo que asegura, llega con hieleras llenas de armas, dinero, ahí esta su camioneta nueva, de modelo reciente y sin placas de circulación”, expusieron.
Los elementos inconformes aseguraron varias dosis de cocaína, otras más de mariguana, dos rifles, una pistola tipo revólver y decenas de casquillos, entre ellos, balas expansivas, los cuales aparentemente emplea el comandante apodado “El Chamán” –Alarcón Romero– para “cargar” a ciudadanos.
Las armas y la droga fueron sustraídas de la habitación 105, asignada a Alarcón Romero.
También fueron localizadas fotografías de muchas personas, la mayoría hombres, las cuales presuntamente son “levantadas” por los federales a instancias del mando arriba citado.
También fueron señalados como partícipes en esas acciones fuera de la ley los oficiales Ricardo Duque Chávez, Joel Ortega Montenegro y Antelmo Castañeda Silva, que presuntamente han cometido un sinnúmero de irregularidades contra la población y el personal operativo, bajo el auspicio de Alarcón Romero.
Poco después de las 5 de la tarde, Rafael Avilés, jefe de la División de Fuerzas Federales, quien llegó ex profeso de la Ciudad de México para resolver el conflicto, anunció la separación de los cuatro comandantes mencionados y el inicio de una investigación en torno a los hechos denunciados por el personal ante los medios.
De manera paralela, la Dirección de Asuntos Internos investigará la identidad de 25 elementos que iniciaron el acto de insubordinación para proceder a las sanciones administrativas y en el transcurso de la semana todo el agrupamiento será reubicado a otros estados, afirmó Avilés.
A las 6:30 de la tarde, el personal del Tercer Agrupamiento salió a patrullar el Sector Chihuahua, tras pasar revista y comprometerse a trabajar en beneficio de la ciudadanía.
Poco después de las 7 de la tarde, el agente Víctor Manuel Desid, quien fue puesto a disposición del Ministerio Público Federal por órdenes de Alarcón Romero, obtuvo su libertad bajo caución.
Este elemento, junto con Jesús Aguilar Rojas y Jaime Gerardo Sánchez Cervantes, fueron acusados por delitos contra la salud luego de inconformarse y enfrentar al comandante Alarcón Romero, aseguraron los oficiales que protestaron en su defensa.
Su arresto derivó en una inusual acción que por nueve horas mantuvo en suspenso a cientos de agentes que llegaron a temer una masacre entre ellos mismos.
‘Guerra simulada’
Las inconformidades laborales de los agentes permitieron conocer de cerca una situación cuestionada por la sociedad ante los resultados obtenidos por la Policía Federal (PF) en el combate a la delincuencia organizada, ya que los homicidios dolosos aumentaron al asumir esta corporación el control de la seguridad pública.
“Nosotros venimos a trabajar por la ciudadanía, pero ahora, si vemos algo, simplemente no hacemos nada porque si al mando le vale madre, a nosotros nos vale madre más, así nada más, porque si tenemos algún problema con los malandros, el mando no te va a apoyar, por eso no hacemos nada”.
¿Es una guerra simulada contra la delincuencia organizada, entonces?, se les cuestionó.
“Sí, y entre nosotros mismos, y que ocasiona el mismo mando, aparte de que por orden de él se hacen muchas marranadas”, afirmó uno de los entrevistados.
¿Cuánto tiempo van a aguantar trabajando en estas condiciones?
“No vamos a salir a trabajar, por lo mismo, pedimos que nos cambien al mando, que liberen al compañero, que se mejoren las condiciones de trabajo; esas son nuestras demandas para regresar a trabajar. Queremos hacer las cosas bien, pero cómo si tu mando es tan corrupto”, recapituló uno de los oficiales entrevistados.
Cronología de hechos
Poco después de las 4 de la mañana, un grupo de federales se percataron del arresto de Víctor Manuel Desid, quien presuntamente fue sorprendido por elementos de la escolta del comandante Salomón Alarcón Romero, apodado “El Chamán”, en posesión de droga.
Al considerar esa acción como un acto ilegal, los compañeros de Desid empezaron a llamar a los medios de comunicación, alrededor de las 7 de las mañana, para denunciar lo que ocurría.
Para las 8 de la mañana los federales habían tomado varias decisiones. Declinaron salir a trabajar hasta en tanto su compañero no fuera liberado y para ejercer presión a los altos mandos tomaron el control del hotel, irrumpieron en las habitaciones de los escoltas y oficiales cercanos al comandante Salomón Alarcón Romero; éste se replegó en su cuarto donde sus escoltas formaron una valla de seguridad.
Para las 9 de la mañana, los oficiales practicaron una revisión a las habitaciones y en la 105 aseguraron una escopeta recortada calibre 12, un rifle calibre 22, una pistola tipo revólver calibre 38 súper, cartuchos de diferentes calibres, entre ellos balas expansivas, así como “globitos” de cocaína y envoltorios con marihuana.
La droga y las armas las emplean para “cargar” a las personas, así cargaron al compañero, gritaban enardecidos los oficiales, mientras exhibían el aseguramiento realizado en la habitación.
Las quejas contra el mando no se hicieron esperar. Los agentes se arrebataban la palabra y de manera atropellada exponían que eran sometidos a jornadas de 12 horas, que los alimentos que les preparaban era peor que comida para cerdos, que los dotan de un uniforme al año, que los permisos para salir a visitar a sus familias se los cobraban de 500 pesos hasta 2 mil pesos.
“Desde que tomó el comandante este agrupamiento nos amenazó que estaba bien parado en la PGR, con el área jurídica y Asuntos Internos, que no le íbamos a hacer nada”, dijo un oficial.
“Que todo aquel güey que no quisiera trabajar con él se iba a chingar, eso fue lo que nos dijo cuando llegó, hace un mes, y ahí está la muestra, tenemos un compañero detenido en PGR porque no estuvo de acuerdo con su actuación y le reclamó. Alarcón mandó a sus escoltas por él, lo golpearon, le cortaron cartucho, le sembraron el arma y las drogas, y se lo llevaron consignado”, explicó uno de los agentes.
Los agentes bloquearon el acceso principal del hotel con una patrulla.
Los empleados estaban en una de las habitaciones, presas del pánico, pues temieron un enfrentamiento a balazos, lo cual estuvo a punto de ocurrir en muchas ocasiones.