Como "una conmoción nacional", definió el poeta y escritor Javier Sicilia el sufrimiento observado por la Caravana Ciudadana por la Paz con Justicia y Dignidad en su amplio recorrido que la noche de este jueves la condujo a Ciudad Juárez, a la "llaga abierta de la nación".
Ante la multitud concentrada en Villas de Salvárcar, el lugar de la matanza de 16 jóvenes en enero anterior, el también periodista manifestó que "esta caravana del consuelo nos ha mostrado el profundo dolor que está en la entrañas de nuestro amado país, un dolor que ha todos nos contiene y al que no podemos darle la espalda".
Último orador, luego de una larga fila de testimonios directos de asesinato y desaparición de mexicanos en los más recónditos puntos del país, Sicilia manifestó que la presente "es la época del crimen y del desprecio que no ha prohibido decir la palabra paz y justicia. Sin embargo muchos de nosotros no nos resignamos y caminamos miles de kilómetros y tomado las calles de nuestra ciudad para hacer esa paz y esa justicia".
Al micrófono antecedieron por dos horas y media, desde las 21:30 horas hasta la medianoche, las palabras y las lágrimas de muieres y hombres que reclaman justicia en la muerte o ausencia forzada de parientes, como el de la misma Luz maría, la madre de esa colonia que perdió sus dos hijos estudiantes en la sonada masacre.
Tras su discurso de cinco minutos, Sicilia quiso utilizar el último instante de la noche, a las 23:59 horas, para pedir a los cientos de caravanistas un minuto de silencio por los miles de asesinados en el país.
El siguiente es el discurso íntegro de Javier Sicilia en Villas de Salvárcar:
"Buenas noches al epicentro del dolor, buenas noches a la llaga abierta de esta nación, gracias porque en medio de su sufrimiento nos han acogido con esta calidez y este amor.
México ha vivido muchas tragedias pero ninguna como la que en estos últimos cuatro años hemos sufrido: La guerra, la impunidad, la destrucción de nuestras instituciones. Y el dolor, como el de Salvárcar que hoy nos acoge, ha traído a miles familias que ya no sentimos el suelo bajo nuestros pies, y que hoy exigimos encontrar caminos de verdadera paz.
La destrucción de nuestro territorios, los amores destrozados, esos diálogos de sombra que sostenemos con nuestros hijos, padres, hermanos, amigos desaparecidos y asesinados en esta guerra, o esos monólogos estériles que cada uno de nosotros mantenemos con nuestros seres amados que no volverán, son los signos de esta época miserable.
Hace cuatro años con nuestros corazones desechos luchamos contra la muerte, contra la idea de que todos estos años se han perdido para el amor y la felicidad.
Es la época del crimen y del desprecio que no ha prohibido decir la palabra paz y justicia.
Sin embargo muchos de nosotros no nos resignamos y caminamos miles de kilómetros y tomado las calles de nuestra ciudad para hacer esa paz y esa justicia.
¿Quién puede condenarnos por ello, quién puede decir que no tenemos razón, quién puede acusarnos de partidarismo?
Esta caravana del consuelo nos ha mostrado el profundo dolor que está en la entrañas de nuestro amado país, un dolor que ha todos nos contiene y al que no podemos darle la espalda.
Los testimonios del sufrimiento que hemos ido recogiendo a lo largo de nuestro camino son una conmoción nacional.
Son también un ejemplo del valor y la dignidad en medio del dolor y el desamparo en que han caído bastas regiones del país por la corrupción de nuestras instituciones, por eso decidimos acompañarnos, aprender a cuidarnos, y a través de ese acompañamiento, de ese consuelo, decirles a las autoridades de todos los niveles de gobierno que ya no vamos a permitir más la impunidad, la complicidad y la corrupción.
¿Cómo lo harán preguntaran muchos?, y les respondemos con el ejemplo que nos ha dado la gente a lo largo del camino, es decir con su capacidad de compartir sus lágrimas, o la forma en que han vencido el miedo y han recuperado la confianza y la fe, con la forma en que hemos entrelazado nuestras soledades y estamos juntos, con la capacidad de exigir sin odio pero con fortaleza la dignidad arrebatada y la justicia incumplida, que el desprecio por la vida de los señores de la muerte no puede vencer.
¿Como construirán la paz en medio de esta violencia, de esta ceguera de una clase política que se resiste ha asumir con valor sus responsabilidades?, preguntarán otros.
¿Como construirán un paz profunda y duradera en medio de la indiferencia de muchos ciudadanos fragmentados, dispersos, temerosos divididos que son también cómplices de esta espantosa realidad.
Y respondemos con esos seis puntos que hemos leído el 8 de mayo en el Zócalo de la ciudad de México.
Con esos seis puntos que son un inicio y un emplazamiento a las autoridades, a los partidos políticos, a las iglesias, a los monopolios, a los poderes fácticos para que recuperen el camino y construyamos juntos un Estado verdaderamente ciudadano.
No queremos ya más oídos sordos, no queremos ya más ignominia, no queremos ya más injusticias, no queremos ya más un hijo, una hija, un padre, una madre, un hermana, un hermano más asesinados, desaparecidos, humillados, no queremos más esta desgarradura.
Por ello hemos llegado aquí a Ciudad Juárez, el epicentro del dolor, para hacer esto posible.
Muchas gracias Ciudad Juárez"